Reflexionando
sobre el tema, me he dado cuenta de que prácticamente no consumo divulgación.
Podría decirse que es por desinterés
informado, porque creo que sí se a donde
debería acudir en busca de este tipo de
información: Desde conocidas revistas (aunque estas, no sé por qué, no me
generan tanta confianza) hasta blogs y páginas especializadas, pasando por
libros clásicos que en mi caso, siempre
me han recomendado varios profesores (“El gen egoísta”,” Decostruyendo a
Darwin” etc.) pero que por pereza nunca he leído. Cabe remarcar que el
autor de este último, Javier Sampedro, es un divulgador muy conocido y casi lo podría
considerar clásico ya que escribe en El País desde hace 21 años.
Lo que
sí suelo hacer es leer las noticias del entorno de la biomedicina que aparecen
en periódicos y revistas con ojo crítico. Muchas veces los titulares de estas
son demasiado “sensacionalistas” pero cuando compruebas lo que ha dicho el
investigador o incluso profundizas leyendo el artículo original de la investigación descubres
que quizá era exagerado. Un ejemplo , estos días he visto el siguiente titular
por todos lados: “Científicos españoles revierten el envejecimiento”, es un
gran avance por supuesto , pero se ha conseguido en ratones y mediante una
técnica no aplicable a humanos, al contrario de lo que sugerían algunos medios.
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