sábado, 18 de febrero de 2017

Sistemas CTS


El sistema de ciencia-tecnología- sociedad se define como el conjunto estructurado de recursos y actividades relacionadas con la producción y difusión del conocimiento científico y su incorporación a los procesos de producción de bienes y servicios (según señala Ángel Pestaña en su artículo de El Mundo científico). Resulta importante valorar este sistema y para ello los indicadores miden los recursos del sistema en términos de personal y gasto en investigación y desarrollo (I+D).

Me ha llamado la atención que en su documento sobre el sistema I+D en España, Javier López Facal destaca como problema crucial de la I+D  en Europa la llamada “paradoja europea”. Esta consiste en que la producción científica y sus resultados son los mejores del mundo mientras que los resultados tecnológicos son inferiores. Esto se debe, según el autor, a que se incide en investigación básica pero la investigación encaminada al desarrollo técnico está estancada.

Esto no se corresponde con lo que he visto en el informe del INE, Indicadores de recursos destinados a I+D. 1967-2002, del que me ha llamado la atención que no haya cambiado el gasto porcentual por tipo de investigación desde el comienzo. En el vemos como alrededor de un 40% del gasto va dirigido a la I+D aplicada, otro 40 % al desarrollo tecnológico y el restante 20% se lo lleva la investigación básica. La menor partida por tanto.


Por último, el estudio de la percepción que tiene la sociedad de la ciencia me ha resultado interesante. Me alegra ver que la gente está bastante de acuerdo en con la afirmación de que la ciencia aporta más beneficios que efectos dañinos. Así como que puede resolver cualquier problema y que puede curar enfermedades. Pero me ha parecido curioso que cuando se les pide valorar la tecnología solamente (sin mencionar la ciencia) la percepción es peor ya que aceptan afirmaciones como que la tecnología destruye el medio ambiente o promueve un estilo de vida artificial.

jueves, 16 de febrero de 2017

Fraude científico





Buscando un poco en internet, me he topado con grandes casos de fraude en el ámbito de la investigación básica en biología. Me ha llamado la atención, por impactante y  más o menos reciente, el caso de  Woo Suk Hwang, de la universidad de Seul. En 2004,  anunció haber logrado clonar células madre embrionarias humanas, llegando a publicar dos artículos enla prestigiosa revista Science. A finales de 2005, esta investigación fue cuestionada, Hwang fue acusado de fraude y expulsado de la universidad, y Science retractó los dos artículos. Estos resultados tuvieron gran repercusión pero dos años más tarde un colaborador de este investigador coreano confesó que los datos habían sido falseados. Woo Suk Hwang fue destituido como profesor de la universidad e incluso se le denunció por apropiación indebida de fondos públicos.

Pienso que este tipo de casos tan escandalosos los vemos muy lejanos. No me puedo imaginar a nadie de mi laboratorio o incluso centro de investigación llegando a ese punto. Pero, tal y como vimos en la primera clase y en varias lecturas, además del fraude y el plagio científico, en ciencia se dan malas prácticas que al fin y al cabo también son engaños. Según la revista Clinical Psychology 1 de cada 3 científicos admite usar ciertas prácticas cuestionables. Lógicamente no todas estas prácticas son igual de malas, puede haber algunas que incluso tengamos interiorizadas y no consideremos que estamos cometiendo un fraude.  El umbral de lo aceptable lo pone cada uno y este mundo tan competitivo, con una presión desmedida por publicar, puede llevarnos a “empujarlo” un poco tal y como comentamos. Una buena solución sería publicar también los resultados negativos obtenidos, ya que esto también es conocimiento y además puede resultar muy útil para evitar a otros investigadores duplicar investigaciones poco fructíferas.



Think outside the box




Según argumenta Thomas Kuhn en su teoría de las revoluciones científicas, la evolución de la teoría científica no proviene de la mera acumulación de hechos, sino que se alterna etapas de ciencia normal, en la que la comunidad científica ha logrado un amplio consenso sobre metodología, teorías etc., con fases de ciencia revolucionaria, en la cual ese conjunto de teorías (paradigma) antes aceptado deja de ser válido y da paso a uno nuevo que explique las anomalías que se hayan ido encontrando.

Lo primero que me vino a la cabeza al pensar en un paradigma clásico de mi disciplina, fue el denominado dogma central de la  biología molecular: “un gen una proteína”
Tras una cadena de investigaciones en los años 70 se planteó  la equivalencia entre un gen y un único tipo de proteína para la que codificaba. Esto llevó a formular lo que fue conocido como «Dogma Central de la Biología Molecular», que describía el proceso unidireccional por el que un gen se transcribía en un ARN que era traducido en la proteína final.

 
Pero algunas décadas más tarde este paradigma no pudo explicar porque las diferencias en la complejidad entre organismos no se correlacionaban con el número de genes. Se vio que teníamos unos 20.000 genes codificantes  pero entre 50.000 y 100.00 proteínas diferentes, por lo tanto “un gen, una proteína” ya no encajaba. La solución vino mediante el descubrimiento del splicing alternativo; existen genes interrumpidos (fragmentados) y  mediante este mecanismo sus fragmentos se pueden unir en diferentes combinaciones dando lugar a diferentes proteínas.

Además, la secuencia de eventos planteada por el «dogma central» también tuvo que ser modificada cuando se descubrió los virus de la familia de los retrovirus no tienen  ADN como material genético. Por el contrario, su genoma está compuesto por ARN, a partir del cual se sintetiza ADN por mediación de la retrotranscriptasa.

 



Por último, añadir que la biología molecular es una ciencia que avanza muy rápido y ya hay voces que proponen nuevos cambios y por lo tanto un nuevo paradigma. Quizá estemos entrando en la etapa de ciencia revolucionaria. Toca pensar fuera de la caja.