Según argumenta Thomas
Kuhn en su teoría de las revoluciones científicas, la evolución de la teoría
científica no proviene de la mera acumulación de hechos, sino que se alterna
etapas de ciencia normal, en la que
la comunidad científica ha logrado un amplio consenso sobre metodología,
teorías etc., con fases de ciencia revolucionaria, en la cual ese conjunto de
teorías (paradigma) antes aceptado deja de ser válido y da paso a uno nuevo que
explique las anomalías que se hayan ido encontrando.
Lo primero que me vino a
la cabeza al pensar en un paradigma clásico de mi disciplina, fue el denominado
dogma central de la biología molecular: “un
gen una proteína”
Tras una cadena de
investigaciones en los años 70 se planteó la
equivalencia entre un gen y un único tipo de proteína para la que codificaba. Esto
llevó a formular lo que fue conocido como «Dogma Central de la Biología
Molecular», que describía el proceso unidireccional por el que un gen se
transcribía en un ARN que era traducido en la proteína final.
Pero algunas décadas más tarde este paradigma no
pudo explicar porque las diferencias en la complejidad entre organismos no se
correlacionaban con el número de genes. Se vio que teníamos unos 20.000 genes
codificantes pero entre 50.000 y 100.00 proteínas
diferentes, por lo tanto “un gen, una proteína” ya no encajaba. La solución
vino mediante el descubrimiento del splicing
alternativo; existen genes interrumpidos (fragmentados) y mediante este mecanismo sus fragmentos se pueden
unir en diferentes combinaciones dando lugar a diferentes proteínas.
Además, la secuencia de eventos planteada por el «dogma
central» también tuvo que ser modificada cuando se descubrió los virus de la
familia de los retrovirus no tienen ADN
como material genético. Por el contrario, su genoma está compuesto por ARN, a partir
del cual se sintetiza ADN por mediación de la retrotranscriptasa.
Por último, añadir que la biología molecular es una
ciencia que avanza muy rápido y ya hay voces que proponen nuevos cambios y por
lo tanto un nuevo paradigma. Quizá estemos entrando en la etapa de ciencia
revolucionaria. Toca pensar fuera de la caja.
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